Still, padre de la osteopatía, tuvo la intuición de la importancia de la noción de fascia. En su libro Filosofía de la Osteopatía, escribe: "No conozco ninguna parte del cuerpo que iguale la fascia como terreno de caza. Cuando uno persigue el estudio de la fascia, surgen a la mente más temas de reflexión que para ninguna otra parte del cuerpo".
Todos sabemos que el ser humano está constituido por huesos, músculos, órganos, glándulas, nervios y vasos, pero no todos sabemos que esos distintos elementos dependen de un sistema complejo que asegura la cohesión del conjunto, estableciendo relaciones entre los distintos elementos. Este sistema está constituido por las fascias.
Las fascias están constituidas por el tejido conjuntivo, que es el tejido más abundante del cuerpo. Representa el 16 % de la masa total del cuerpo y si pudiéramos destruir todos los tejidos del cuerpo menos el tejido conjuntivo, tendríamos en su volumen y proporción exactos la representación de todos los elementos del cuerpo, solamente con el 16 % del peso anterior. El Dr. Holliday (U.S.A.) hizo la experiencia de esclerosar con una substancia la fascia antes de destruir los demás tejidos. Pudo sin dificultad poner de pie al "hombre fascia", que permanecía en la forma de la silueta humana. Este tejido está constituido de colágeno formado de microtúbulos.
Los laboratorios Rockfeller mostraron algo más: un "exsudado" del líquido cefalorraquídeo, por sus más finas moléculas, recorre todos estos microtúbulos y favorece los intercambios iónicos a todos los niveles: celulares, capilares y simpáticos.
La función del tejido conjuntivo es un tejido de envoltorio, que envuelve y protege cada estructura del cuerpo, desde la célula hasta el órgano. Se encuentra en los tejidos duros como los tendones y huesos, y también en los tejidos muy blandos como los pulomones y el cerebro.
Las fascias tienen múltiples funciones vitales. Primero tienen un rol mecánico de protección, de sostén, de apoyo; envuelven y protegen los órganos, las glándulas, los nervios, arterias y venas. Las aponeurosis constituyen el envoltorio de los músculos. La duramadre, envoltorio del cerebro y de la médula espinal, es resistente y rígida: eso le permite asegurar una buena cohesión de las piezas óseas del cráneo, de la columna, del sacro, etc. Pero esta rigidez constituye también el vector de transmisión de cualquier traumatismo de arriba hacia abajo y viceversa. Tenemos los envoltorios de los órganos del tórax y del abdomen, pleura, peritoneo, pericardio, las vainas que envuelven los vasos sanguíneos, los bronquios, el esófago y el tejido subcutáneo que protege los elementos vasculares y nerviosos de las agresiones externas. También tiene rol de defensa: las células conjuntivas de las fascias participan del sistema inmunitario.
Las fascias pueden ser consideradas como la memoria del cuerpo. El osteópata se asombra a menudo al sentir bajo sus dedos, en un paciente que ha sido víctima de un traumatismo muchos años antes, la huella viva de este traumatismo. El paciente puede llegar a olvidarse de él, pero vamos a encontrar tensión de las fibras, restricción de movimiento, una deformación global de la trama tisular, un movimiento que aparece falseado. Esta huella expresa la memoria tisular de la energía absorbida. Se puede comparar a la huella de un puñetazo en una bolsa de arena. Aparentemente no se deformó la bolsa, pero la palpación permite ver la dirección del traumatismo, sentir la zona donde se produjo el choque.
Finalmente me gustaría aportar una cita de Still, padre de la osteopatía, en la cual refleja su gran deseo por que en la osteopatía se centrase en la fascia...algo que en la actulidad se está perdiendo, ya que parece que es mucho más importante un "clic" después de una manipulación vertebral que los efectos neurofisiológicos que produce la manipulación o incluso no valorar si esa vértebra está adaptada a una lesión primaria en otro tejido... por ejemplo la fascia.